Era más de media noche, antiguas historias cuentan, cuando en sueño y en silencio lóbrego envuelta la tierra, los vivos muertos parecen, los muertos la tumba dejan. Era la hora en que acaso temerosas voces suenan informes, en que se escuchan tácitas pisadas huecas, y pavorosas fantasmas entre las densas tinieblas vagan, y aúllan los perros amedrentados al verlas: En que tal vez la campana de alguna arruinada iglesia da misteriosos sonidos de maldición y anatema, que los sábados convoca a las brujas a su fiesta. El cielo estaba sombrío, no vislumbraba una estrella, silbaba lúgubre el viento, y allá en el aire, cual negras fantasmas, se dibujaban las torres de las iglesias, y del gótico castillo las altísimas almenas, donde canta o reza acaso temeroso el centinela. Todo en fin a media noche reposaba, y tumba era de sus dormidos vivientes la antigua ciudad que riega el Tormes, fecundo río, nombrado de los poetas, la famosa Salamanca, insigne en armas y letras, patria d...
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