En la Antigüedad, la metalurgia implicaba múltiples riesgos que podían causar malformaciones y enfermedades entre quienes la practicaban. La intoxicación por metales pesados como arsénico (As), cobalto (Co), cromo (Cr), cobre (Cu), mercurio (Hg), níquel (Ni), plomo (Pb) o estaño (Sn) era una constante. Su acumulación en el organismo generaba alteraciones óseas visibles que afectaban principalmente a las extremidades.
Aún hoy, el mercurio se utiliza en la extracción de oro, una labor peligrosa que, pese a sus altos salarios, reduce drásticamente la esperanza de vida de los mineros. En la antigüedad, la vida en torno a las forjas no era diferente: penosa y, a menudo, de trágico final. Los herreros trabajaban bajo condiciones de calor extremo, con escasa protección, enfrentándose a quemaduras graves, daños permanentes en la piel y tejidos, así como amputaciones o deformidades derivadas de accidentes con herramientas pesadas y metales líquidos.
Además, las posturas forzadas, los movimientos repetitivos y la falta de ergonomía exacerbaban problemas musculares y articulares. Este contexto de precariedad y peligro encuentra un poderoso símbolo en Hefesto, cuya representación como el dios de la forja y el fuego encapsula los desafíos físicos y las resiliencias de quienes dedican su vida a este oficio.La creatividad y el ingenio de Hefesto no solo lo redimen ante los dioses, sino que lo convierten en un importante protagonista del panteón olímpico. Su habilidad permitió equipar a Afrodita, Hermes, Helio, Zeus e incluso al innombrable con herramientas y artefactos esenciales. Distintos relatos lo vinculan también con la creación de Pandora, el encadenamiento de Prometeo y otras obras de singular trascendencia. Hefesto es, sin duda, el dios más creativo del Olimpo.
Aunque su matrimonio con Afrodita no fue fecundo y su existencia no estuvo exenta de humillaciones en el Olimpo desde un primer momento, y en su vida adulta también. Frecuente objeto de burlas, su ascenso en burro, borracho y llevado por Dionisio es un ejemplo del poco respeto que le otorgaban otros dioses.
Para nosotros, Hefesto representa la llama y la luz que iluminan la primera fiesta solar, celebrada el primero de febrero, marcando el inicio de un nuevo año religioso para los hombres. Esta transición fue iniciada días atrás por las mujeres durante la luna llena de Hera.
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