Ir al contenido principal

Maya y las otras Pléyades


En el dodecateísmo, las Pléyades son las siete hijas de Atlas y la ninfa marina Pléyone, nacidas en el monte Cilene. El Monte Cilene -también conocido como Monte Kyllini- se encuentra en la península del Peloponeso, en Grecia. Es famoso por su relación con el dios Hermes, en la antigüedad, había un templo dedicado al dios en su cima. Con una altitud de 2374 metros, es la segunda montaña más alta de la península.

Eran conocidas por sus nombres: Maya, Celeno, Alcíone, Electra, Estérope, Táigete y Mérope. Estas ninfas formaban parte del cortejo de Artemisa, diosa de la caza, y se decía que intentaban mantener su virginidad. 

Sin embargo, las Pléyades también son reconocidas como las progenitoras de varias estirpes importantes en la mitología griega. Por ejemplo, Maya, la mayor de las hermanas, tuvo un hijo con Zeus llamado Hermes. Celeno fue madre de Lico, Nicteo y Eufemo con Poseidón; Alcíone tuvo a Hirieo, Hiperénor y Etusa, también con Poseidón; Electra fue madre de Dárdano y Yasión con Zeus; Estérope tuvo con Ares a Enómao; Táigete tuvo a Lacedemón con Zeus; y Mérope tuvo con Sísifo a Glauco.

Sobre su destino, una de las versiones más conocidas relata que las Pléyades se suicidaron debido a la profunda tristeza que sentían por la suerte de su padre, Atlas, quien fue condenado a sostener el cielo sobre sus hombros. Este acto de desesperación y dolor refleja el fuerte vínculo familiar y la tragedia inherente a su historia.

Otra versión cuenta que Zeus, en un acto de compasión y protección, transformó a las Pléyades en estrellas para salvarlas del acoso del cazador Orión. Así, las colocó en el cielo, formando el cúmulo estelar conocido como las Pléyades. Esta transformación no solo las inmortalizó, sino que también las convirtió en un símbolo de belleza y misterio en el firmamento.

Finalmente, hay una versión que narra cómo, durante un gran diluvio, las Pléyades pidieron ayuda a los dioses y fueron transformadas en palomas para ser salvadas. Esta historia subraya la intervención divina y la metamorfosis como una forma de escape y protección. La imagen de las siete palomas alzando vuelo en el firmamento las hace especialmente reconocibles en la bóveda celeste.

Por otro lado, en la cultura maya, las Pléyades tenían una significación especial. Los mayas creían que provenían de las Pléyades, a las que llamaban "Tzab-ek" (Cola de Cascabel). El Tzolk’in, el calendario sagrado de los mayas, podría estar basado en el ciclo de las Pléyades, que dura aproximadamente 26,000 años. Este calendario reflejaba un ciclo de 260 días, que iniciaba cuando el sacerdote observaba al grupo de estrellas elevándose en el este, justo antes del amanecer. La estrella central de las Pléyades, Alcione, estaba asociada con la diosa tierra y representaba lecciones de compasión, sabiduría y visión, así como la consciencia de la tierra. Los mayas también seguían la precesión de las Pléyades usando la Rueda Calendárica de 52 años y la ceremonia del Fuego Nuevo. Algunos descendientes de los mayas en Guatemala todavía utilizan las Pléyades para determinar el momento de plantar sus cosechas.

La conexión entre las Pléyades y estas dos culturas muestra cómo los grupos de estrellas han sido fundamentales en la espiritualidad y las prácticas culturales a lo largo de la historia humana. Las narrativas que rodean a las Pléyades son un ejemplo de cómo la humanidad ha buscado entender su lugar en el universo, utilizando las estrellas como guías para la navegación, la agricultura y la religión.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Apolo, un dios con CV

 Ἀπόλλων no es el dios del Sol, tampoco lo era para los helenos. Apolo representa la peste, la plaga y la epidemia, pero también la creación y la vida. Es una antítesis y como toda entidad compleja, con el paso del tiempo cobró cada vez más significado hasta que, hacia comienzos del primer milenio, acabó acaparando la figura de Helio, el dios del sol. Es curioso porque hay, en el panteón, figuras que representan las mismas fuerzas que Apolo encarna. Para ser tutor de las Artes, están las Musas; para ser dios de la salud, tenemos a Asclepio; para dios de la destrucción, está Hades.    La novedad es que Apolo es el dios oracular por excelencia y el dios de la armonía. Y es que hay en el ciclo de creación y destrucción una evidente armonía de fuerzas -que en el 98% de las veces se salda con la extinción- evolutivas. Apolo tiene un origen que dista de poder considerarlo “el más griego de los dioses”, hay referencias bíblicas que lo identifican con el de...

Adonia: el regreso con Perséfone

La celebración de la Adonia, tal como lo hemos adelantado, consiste en pequeños rituales muy significativos. En primer lugar, un “brindis fúnebre” por la vida que dejamos.  Utilizamos para ello zumo de granada mezclado con alguna bebida alcohólica -preferentemente Ratafía-. La ratafía, hecha con la sangre de la menta -entre otras hierbas silvestres- será nuestro último trago. Se exprime la granada y sus semillas caen y se mezclan con la bebida y se toma de un golpe.  El simbolismo de la semilla de granada -la cual condenó a Perséfone al Hades-, y su consumo se hace en honor al engaño con el que Hades que nos conduce a la muerte.   La granada era una planta con la que se decoraban los monumentos fúnebres. Por eso, posteriormente cogemos una granada entera y sin cortar por persona, velas pequeñas y nos vamos en dirección al cementerio una vez caída la noche. Esa granada que arrojamos será nuestro alimento y reserva para el más allá. Lo ideal es subir a un montículo p...

Qui exaudivit me in die tribulationis meæ, salvum me faciat

Desde el fin del año y hasta el solsticio de invierno , la noche crece día a día. En el silencio del riguroso invierno encontramos un momento para pensar en todos aquellos que sufren. Los que están enfermos, los que reciben un diagnóstico nefasto, los que acaban de marchar. Por todos ellos elevemos juntos un ruego y hermanemos nuestros corazones:   « Qui exaudivit me in die tribulationis meæ, salvum me faciat » .  Que quien los escuche, los salve. Cada noche, dejamos un farol encendido fuera de casa con un cirio con la esperanza de que esa luz y ese calor alivien sus corazones.