Ir al contenido principal

Sobre la muerte violenta: Las Keres


Existen fuerzas benignas y otras más oscuras en la existencia humana. Entre estas últimas destacan las Keres, espíritus femeninos sombríos asociados con la muerte violenta, el caos y la destrucción. A diferencia de Thanatos, quien representa una muerte pacífica, las Keres se regodean en el sufrimiento y el dolor que acompaña a la muerte brutal en el campo de batalla o en situaciones trágicas.

Hijas de Nix, la diosa primordial de la noche, quien también dio a luz a otras entidades como Hypnos (el sueño) y Eris (la discordia). Desde su misma concepción, las Keres representan las fuerzas destructivas e inevitables que acechan a la humanidad.

A menudo descritas como figuras aladas y voraces, las Keres se desplazan por los campos de batalla y otros lugares de tragedia, buscando almas que tomar. Se deleitan en las heridas sangrantes y las muertes violentas, alimentándose del sufrimiento de los caídos. En el "Escudo de Heracles", un poema épico, se describe cómo las Keres se congregan sobre los cuerpos de los moribundos, listas para arrancar sus almas y beber su sangre.

El papel más notable de las Keres es como recolectoras de las almas de aquellos que mueren de forma violenta, especialmente en la guerra. Se dice que los guerreros griegos no solo luchaban contra sus enemigos humanos, sino también contra la influencia de las Keres, que acechaban entre los combatientes, esperando a que cayeran para reclamar sus vidas.

Estas entidades son una representación vívida del temor que los griegos sentían hacia la muerte violenta y sin gloria. A diferencia de una muerte natural o pacífica, que estaría bajo el dominio de Thanatos, una muerte en manos de las Keres era una que carecía de dignidad y honor, una que se caracterizaba por el sufrimiento y la violencia extrema.

Figuras femeninas, oscuras y aterradoras, con alas negras o rojas, vestidas con ropas manchadas de sangre y portando uñas afiladas listas para desgarrar, resultaban aterradoras. A veces se las representaba con ojos brillantes y miradas frenéticas, como si estuvieran poseídas por el ansia de llevarse más vidas. En otras ocasiones, aparecen en conjunto, como una horda que vaga por los campos de batalla o los lugares de tragedia.

El simbolismo detrás de las Keres está claro: representan el lado más oscuro de la muerte, una fuerza destructiva que no tiene piedad ni compasión. A diferencia de otras deidades de la muerte que hemos mencionado, no ofrecen descanso ni consuelo, sino que disfrutan del caos y la violencia.

Las Keres también están conectadas conceptualmente con las Moiras, las diosas del destino que determinan la vida y la muerte de todos los seres humanos. Mientras que las Moiras hilaban y cortaban el hilo de la vida, las Keres eran quienes se aseguraban de que el destino de una muerte violenta se cumpliera. Ambas figuras reflejan el poder inexorable del destino.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Apolo, un dios con CV

 Ἀπόλλων no es el dios del Sol, tampoco lo era para los helenos. Apolo representa la peste, la plaga y la epidemia, pero también la creación y la vida. Es una antítesis y como toda entidad compleja, con el paso del tiempo cobró cada vez más significado hasta que, hacia comienzos del primer milenio, acabó acaparando la figura de Helio, el dios del sol. Es curioso porque hay, en el panteón, figuras que representan las mismas fuerzas que Apolo encarna. Para ser tutor de las Artes, están las Musas; para ser dios de la salud, tenemos a Asclepio; para dios de la destrucción, está Hades.    La novedad es que Apolo es el dios oracular por excelencia y el dios de la armonía. Y es que hay en el ciclo de creación y destrucción una evidente armonía de fuerzas -que en el 98% de las veces se salda con la extinción- evolutivas. Apolo tiene un origen que dista de poder considerarlo “el más griego de los dioses”, hay referencias bíblicas que lo identifican con el demonio o con ot

Adonia: el regreso con Perséfone

La celebración de la Adonia, tal como lo hemos adelantado, consiste en pequeños rituales muy significativos. En primer lugar, un “brindis fúnebre” por la vida que dejamos. Utilizamos para ello zumo de granada mezclado con alguna bebida alcohólica -preferentemente Ratafía-. La ratafía, hecha con la sangre de la menta -entre otras hierbas silvestres- será nuestro último trago. Se exprime la granada y sus semillas caen y se mezclan con la bebida y se toma de un golpe. El simbolismo de la semilla de granada -la cual condenó a Perséfone al Hades-, y su consumo se hace en honor al engaño con el que Hades que nos conduce a la muerte. La granada era una planta con la que se decoraban los monumentos fúnebres. Por eso, posteriormente cogemos una granada entera y sin cortar por persona, velas pequeñas y nos vamos en dirección al cementerio una vez caída la noche. Esa granada que arrojamos será nuestro alimento y reserva para el más allá. Lo ideal es subir a un montículo para poder

Qui exaudivit me in die tribulationis meæ, salvum me fac

Desde el fin del año y hasta el solsticio de invierno, la noche crece día a día. En el silencio del riguroso invierno encontramos un momento para pensar en todos aquellos que sufren. Los que están enfermos, los que acaban de descubrirlo, los que acaban de marchar. Por todos ellos elevemos juntos un ruego y hermanemos nuestros corazones:  Qui exaudivit me in die tribulationis meæ, salvum me fac.  Que quien los escuche, los salve. Dejamos un farol encendido fuera de casa con un cirio con la esperanza de que esa luz y ese calor alivien sus corazones.