Ir al contenido principal

La nueva Era de silencio de los Dioses

La Guerra de Troya, según las fuentes antiguas, representa un punto de inflexión en la relación entre los dioses y los humanos. Durante el conflicto, los dioses intervinieron activamente, influyendo en los resultados de batallas, protegiendo o castigando a héroes y guiando el destino de ciudades enteras. Sin embargo, este último gran conflicto de la Edad Heroica del Bronce también fue el preludio de un cambio significativo: tras la caída de Troya, los dioses comenzaron a retirarse gradualmente de la vida humana, optando finalmente por el silencio y la no intervención directa. Las fuentes literarias sugieren una transformación en el comportamiento divino. Los dioses comienzan a distanciarse de los asuntos humanos, y este proceso de retirada culmina en un silencio casi absoluto en siglos posteriores.
La Guerra de Troya, con su violencia desmesurada y el quebrantamiento de leyes sagradas, marca un antes y un después en la relación con los dioses. Durante el saqueo de la ciudad, los griegos cometieron numerosos actos de sacrilegio, como la profanación de los templos y el asesinato de suplicantes sagrados. El rapto de Casandra en el altar de Atenea por Áyax el Menor fue una de las ofensas más graves, causando la ira de la diosa. Atenea, en represalia, desató tormentas que destruyeron gran parte de la flota griega durante el regreso a casa.

Los Ciclos Épicos y la Edad de los Héroes: Los relatos posteriores a la Guerra de Troya, como los ciclos épicos relatados en obras como La Odisea de Homero y Los trabajos y los días de Hesíodo, muestran a los héroes enfrentándose a sus desafíos sin la misma intervención activa de los dioses. Odiseo, aunque guiado por Atenea, sufre tormentos prolongados causados por la ira de Poseidón, sin recibir la ayuda directa y continua de antaño. El proceso de su viaje refleja una época en la que el destino humano ya no es manipulado directamente por la voluntad divina, sino que está regido por fuerzas más impersonales y distantes.

La decadencia de la interacción divina: Hesíodo, en su Teogonía y Los trabajos y los días, sugiere un tiempo pasado en el que los dioses caminaban entre los hombres, como en la Edad de Oro. Sin embargo, el poeta relata cómo los dioses dejaron de mezclarse con los humanos a medida que las edades progresaron hacia la Edad de Hierro, una era de declive moral y distanciamiento divino. Este cambio se ve como una consecuencia de la desconfianza y el agotamiento de los dioses hacia los mortales, después de haber sido testigos de la violencia extrema de la guerra y los actos sacrílegos cometidos durante el saqueo de Troya.

El silencio divino en tragedias y filosofía: En el siglo V a.C., dramaturgos como Eurípides y filósofos como Platón comienzan a reflexionar sobre la ausencia de los dioses en los asuntos humanos. En obras como Las Troyanas y Hécuba, Eurípides presenta a los personajes en un mundo donde la intervención divina parece lejana y los mortales deben enfrentar las consecuencias de la guerra por sí mismos. Los héroes y reyes ya no reciben el favor directo de los dioses, sino que sufren bajo el peso de sus propias decisiones y las acciones de sus iguales.: En El Timeo, Platón ofrece una explicación filosófica sobre la distancia creciente entre dioses y humanos. Describe cómo los dioses, al ver la corrupción y decadencia de la humanidad, se retiraron gradualmente, dejando el gobierno de los asuntos humanos a la razón y el intelecto, en lugar de la intervención divina directa. La guerra de Troya puede verse como el clímax de la intervención divina, después de la cual los dioses prefieren observar desde lejos.

El distanciamiento de los dioses marcó el fin de la Edad Heroica y el comienzo de una nueva era en la que la humanidad quedó sola para enfrentar sus propios destinos. Esto se refleja en la literatura posterior, donde los dioses aparecen menos frecuentemente o se muestran como figuras distantes y silenciosas, como en los poemas de Píndaro y las obras de Sófocles.

La guerra de Troya, por tanto, no solo fue el fin de una era para los héroes, sino también para los dioses. Los inmortales, al ver la magnitud de la violencia y el sufrimiento causado por los hombres, optaron por el silencio y la no intervención, dejando que la humanidad siguiera su propio camino hacia la autodestrucción o la redención. Este cambio marcó un profundo impacto en la percepción religiosa y filosófica de los griegos, que pasaron a depender más de la razón, el destino y el esfuerzo humano en lugar de esperar la ayuda divina.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Apolo, un dios con CV

 Ἀπόλλων no es el dios del Sol, tampoco lo era para los helenos. Apolo representa la peste, la plaga y la epidemia, pero también la creación y la vida. Es una antítesis y como toda entidad compleja, con el paso del tiempo cobró cada vez más significado hasta que, hacia comienzos del primer milenio, acabó acaparando la figura de Helio, el dios del sol. Es curioso porque hay, en el panteón, figuras que representan las mismas fuerzas que Apolo encarna. Para ser tutor de las Artes, están las Musas; para ser dios de la salud, tenemos a Asclepio; para dios de la destrucción, está Hades.    La novedad es que Apolo es el dios oracular por excelencia y el dios de la armonía. Y es que hay en el ciclo de creación y destrucción una evidente armonía de fuerzas -que en el 98% de las veces se salda con la extinción- evolutivas. Apolo tiene un origen que dista de poder considerarlo “el más griego de los dioses”, hay referencias bíblicas que lo identifican con el de...

Adonia: el regreso con Perséfone

La celebración de la Adonia, tal como lo hemos adelantado, consiste en pequeños rituales muy significativos. En primer lugar, un “brindis fúnebre” por la vida que dejamos.  Utilizamos para ello zumo de granada mezclado con alguna bebida alcohólica -preferentemente Ratafía-. La ratafía, hecha con la sangre de la menta -entre otras hierbas silvestres- será nuestro último trago. Se exprime la granada y sus semillas caen y se mezclan con la bebida y se toma de un golpe.  El simbolismo de la semilla de granada -la cual condenó a Perséfone al Hades-, y su consumo se hace en honor al engaño con el que Hades que nos conduce a la muerte.   La granada era una planta con la que se decoraban los monumentos fúnebres. Por eso, posteriormente cogemos una granada entera y sin cortar por persona, velas pequeñas y nos vamos en dirección al cementerio una vez caída la noche. Esa granada que arrojamos será nuestro alimento y reserva para el más allá. Lo ideal es subir a un montículo p...

Adonia, el regreso con Perséfone

La Adonia  es un rito anual de carácter funerario y simbólico que se celebra en honor a Adonis , ligado profundamente al ciclo de la vida, la muerte y el renacimiento. Su representación incluye elementos de despedida y preparación para el más allá , siguiendo tradiciones que datan de la antigua Grecia. Aunque el culto histórico a Adonis tiene raíces orientales , fue ampliamente adoptado en Grecia, especialmente en Atenas, donde se mezclaron los elementos locales con los rituales importados, convirtiéndose en una celebración significativa del calendario religioso. El rito comienza con un " brindis fúnebre ", utilizando zumo de granada , una fruta de connotaciones simbólicas profundas. En textos antiguos como los Himnos Homéricos  se menciona la granada en relación con Perséfone , hija de Deméter , quien al consumir sus semillas quedó condenada al inframundo, lo que da inicio al mito del ciclo estacional y su estadía en el Hades . El zumo, mezclado con ratafía -un licor el...